lunes, 3 de noviembre de 2008

NO HAY BONDAD EN TU MIRADA


Ayer la rabia me podía pero me callé sin contestar a tu provocación, hoy te callas tú y es que tal vez hoy eres tú la que se llenó de rabia al ver que no conseguiste nada. Llevas meses así desde que comenzaste a sentir el desprecio y la repulsa en respuesta a tus palabras, esas palabras llenas de rencor incontrolado que se te escapan antes de que tu cerebro las controle. No puedes soportarlo, siento que es superior a ti y que darías lo que fuese por borrar tantas cosas de las que has dicho, pero también sé que no lo harías por tu orgullo, ni tan siquiera sientes pudor de tus palabras por aquellas otras personas que aparentemente respetas. Lo que realmente te hace sentir mal es tu imagen menoscabada de mujer inteligente y versada, tu creencia de saberlas todas mas una, tu pérdida de credibilidad ante los que te consideraban una persona cabal y capaz.

Subiste hasta la cima de ese poder imaginado e irreal y como les ocurrió a tantos otros, antes que a ti, creíste que sería para siempre y que después de tu reinado no habría nada ni nadie que pudiera igualar lo ya hecho y además superarlo. Pero todo en esta vida es ficticio y el tiempo avanza al igual que los hombres, nada se estanca. Si tu inteligencia era tal, deberías haber considerado que las ideas no son privilegio de un hombre solo y que sobre lo experimentado solo cabe innovar y mejorar, tú no quisiste hacerlo y te empecinaste en no moverte y en no permitir que los demás lo hicieran por ti, el resultado fue la deserción de unos y el malestar de todos.

No voy a contestarte con ira, ni voy a buscar algún resquicio de bondad en tu mirada, no la hay en tus pupilas que me rehuyen cuando te miro y te hablo; no voy a apelar a tu conciencia que se muestra reseca como esos campos baldíos por falta de agua, y entonces te preguntarás que porqué te digo todo esto y preguntarás con mucha razón. No voy a contestarte, la respuesta tendrás que buscarla dentro de ti, colócate si quieres delante de un espejo y mírate directamente a los ojos, no, no apartes la mirada de ti misma cuando te enfrentes, fíjate bien en lo que te has convertido y después cierra los parpados e intenta recordar la persona que fuiste. No estoy seguro de que puedas hacerlo porque la verdad es que ya no creo en ti, esto solo es un consejo de alguien que te mira desde fuera, desde el otro lado de tu orgullo.

Te deseo mucha suerte, creo que vas a necesitarla, sí, igual que nosotros, igual que todos; el destino y la suerte son caprichosos y no siempre pagan razonablemente a quien se esfuerza por conseguir esta última y en doblegar aquel primero, pero no obstante, tú no eres tan omnipotente como para poder prescindir de los buenos deseos que yo pueda entregarte hoy. Ya lo sé, es evidente, que yo me iré tan solo con tu silencio como respuesta…

Para concluir en estas ultimas semanas ha acontecido situaciones las cuales nunca espere volver a vivir y puedo decir que Ha pasado un tiempo y las aguas se han calmado lo suficiente para que cada uno a su manera hayamos puesto un velo voluntario sobre aquellas palabras hirientes que nos dijimos, porque lo que queremos es continuar hacia delante y guardar en el recuerdo aquello que fuimos en buenos momentos pasados y que compartimos complacidos, sabes bien que es así... ahora lo aceptas. Dime qué es lo que quieres, porqué volviste? fuiste egoísta y no mediste tus actos a la final pensabas solo en ti y tu vida llena de disfrutes, sé que ya lo eras antes porque nadie cambia tan repentinamente, pero ¿no crees que si los ciclos se repiten y todo empieza de nuevo, que si aplacas tu rabia y apartas el rencor fuera de ti, podríamos vivir nuevos buenos momentos incluso mejores que aquellos que tanto echas de menos?