miércoles, 18 de noviembre de 2009

Los Problemas en pareja...



Muchos identifican amar con gustar, pero nada tiene que ver lo uno con lo otro. No todo lo que se gusta es amor. Dicen: me gusta su cintura, el ritmo de su andar, la modulación de su voz. Puede nacer el amor sin que lo cautive ninguna zona anatómica concreta, ninguna parcialidad determinada de personalidad. El amor nace de un momento en que el ser humano se olvida de sí; es deslumbrado, 'sacado' de sí mismo y cautivado por un otro todo. Crece con deseos de darse y se consuma en el olvido total de un gozo recíproco. De otra manera, los aspectos que 'me gustan' pueden desvanecerse al primer golpe del viento otoñal a causa de un problema.
La profundidad del amor se mide por las pequeñas alegrías que se dan los cónyuges y también por las pequeñas heridas que reciben, pero no heridas que provienen de los oscuros manantiales del egoísmo, sino de aquellos otros que son necesarios para los procesos de adaptación e integración.
En el verdadero amor se ocultan fuerzas singulares para resolver las contrariedades de la vida y para no detenerse en la marcha ascendente de la búsqueda de la perfecta alegría.

Ignacio Larrañaga. Un Matrimonio Feliz.

"A menudo vemos semillas de violencia en el centro de una relación íntima. Los límites entre el beso y el mordisco, la caricia y la bofetada, escuchar y oír de casualidad, mirar con ternura y mirar con recelo son, por cierto, muy frágiles."


Citado por Chris Glaser en Meditando con Henri Nouwen.


Las cosas pasan por alguna razón, lo malo trae algo bueno, y a veces lo bueno tiene algo malo, solo depende de tu perspectiva de la vida, nunca veas solo el lado negativo de las cosas, ni tampoco solo veas el positivo. fijate en ambas partes, valorar las cosas positivas que resultaron de tus acciones y corregir las cosas negativas, pues solo de esta manera podrás crecer espiritual y mentalmente.

¿Cómo resolver los conictos? ¿Lograr la armonía sin pasar por conictos?

Suena imposible, el conicto es la manifestación de dos diferencias. ¿Cómo se pueden limar esas diferencias, no para ocultarlas sino para hacerlas convivir? En la mayoría de los casos, a través de la contienda. Entonces, aparecen:

• Las quejas, esa reacción considerada injusta que pretende replantear reglas los problemas más comunes en el matrimonio, Cuando se convierte en modo permanente de expresión deja de ser efectiva, porque sólo se escucha el tono del quejoso pero se deja de escuchar lo que se dice.

• La querella es una actitud más activa que la queja. Cuando ésta no surte efecto, surge la querella con su tono más exigente y más duro, que lleva las cosas más cerca del límite. Cuando ni la queja ni la querella logran que la necesidad, la disconformidad, la incomodidad o los argumentos del “afectado” sean advertidos o tomados en serio por su pareja, nace lo que el psicoterapeuta francés Patrick Estrade, autoridad en materia de comunicación y relaciones humanas, llama ‘la disputa defensiva’, que es cuando ella o él estallan, están ‘fuera de sí’ o dicen cosas desacostumbradas. Estrade hace una aclaración fundamental: “No confundamos vivir un conicto con vivir en él permanente”. Un conicto puede ajustar aspectos que se han ido desajustando por la convivencia o porque nunca fueron planteados ni advertidos. Vivir en conicto signica que los desajustes son mayores que las coincidencias, que los resentimientos se acumulan y que el juego de poder es intenso: uno sólo puede convivir sometiendo y el otro se resiste a ser sometido. El conicto como modo de vida puede desembocar en una crisis que obligue a reexaminar el conjunto de valores, creencias, actitudes y conductas de la pareja, que seguramente ya no funcionan. Una vida matrimonial en conicto es una crisis. Es posible que esos ajustes enriquezcan la vida de pareja, aunque también puede ocurrir que no se pongan de acuerdo, habrán entrado entonces en el terreno de las contrariedades. Cuando la pareja está en desacuerdo hay cuestiones de principio en juego, ya no se trata sólo de diferencias o diversidad, hay otros factores en juego. Por ejemplo, surge la competencia en lugar de cooperación y solidaridad; el egoísmo, la necesidad de uno o de los dos de ser el centro de la pareja; el autismo, la ausencia del otro; una necesidad ilimitada de ser consentido, o sea, que el otro actúe, decida y elija por mí.

Cuando hay conictos a veces nos toca iniciarlos y a veces nos toca ser los afectados. Lo importante es aceptar la situación, plantearla en el momento y lugar adecuados, nunca cuando no hay tiempo para hablar y jamás ante otros. Hablar siempre en primera persona, lo importante es comunicar lo que a mí me pasa y no lo que tú haces. Es distinto decir, por ejemplo, “estoy tratando de que me entiendas” a acusar “jamás me entiendes”; es diferente decir “cuando haces esas cosas me siento poco acompañada” a reprochar “no te importa dejarme sola”.

Es importante recordar que un conicto no se resuelve cuando alguien gana o alguien pierde, no busquemos eso, sino cuando el esposo y la esposa que se han elegido siguen eligiendo conar el uno en el otro, aceptar y cooperar para seguir juntos.